domingo, 3 de septiembre de 2017

LAGUNA DE LA JANDA- CADIZ 26-08-2017



La comarca de La Janda durante muchos años tuvo el honor de poseer la laguna más extensa de la Península Ibérica a la cual se le asociaban otras lagunas de menor extensión, llegando a albergar unos 50 km2 y dando lugar al humedal más importante de Europa, una imagen que nada tiene que ver con la existente en la actualidad.
 Remontándonos a su formación, esta laguna de carácter endorreico (en la que el agua no desemboca en el mar) se formó en una depresión de origen tectónico de unas 4000 hectáreas. A pesar de su gran extensión, fue una laguna somera cuya profundidad rondaba los 3 metros, exceptuando aquellos años en los que las lluvias fueron muy abundantes. Los ríos Barbate, Almodóvar, Celemín y otros arroyos de menor importancia eran los encargados de verter sus aguas en ella. En los años más lluviosos esta gran depresión se encharcaba formando un único humedal y cuando la escasez de lluvia era notable, se comenzaba a descomponer en una serie de lagunas como la Jandilla, Tapatanilla o La Haba, destacando La Janda por ser la de mayor extensión. Algunos estudios demuestran un poblamiento humano desde el Pleistoceno en sus proximidades gracias a la abundante presencia de agua dulce y a la posibilidad de caza de los numerosos animales que se acercaban a la laguna para abrevar.
Estas aguas dulces con una densa cobertura vegetal constituían una zona húmeda con diversos ambientes y un gran interés ecológico. Además de esto, su estratégica situación al sur de Europa la convertían en un área de descanso y paso obligado para millones de aves que migraban a través del Estrecho de Gibraltar. Pero no sólo las aves migrantes eran habituales en La Janda, otras muchas residían y se reproducían en este lugar. Podemos confirmar la importancia que llegó a alcanzar  este entorno para la avifauna en las numerosas pinturas rupestres en los entornos de La Janda que muestran 570 representaciones entre las que destacan las figuras humanas y las aves como las grullas, flamencos, cisnes y otros muchos animales, como el caso del Tajo de Las Figuras en Benalup- Casas Viejas.
Pese a la belleza que poseía este humedal, la enorme riqueza ecológica y la vida que albergaba, desde el siglo XIX se intenta llevar a cabo su desecación. Ya en el siglo XX, se redacta el primer proyecto para la desecación de la laguna y en 1936 se presenta de forma oficial el “Proyecto de desecación, saneamiento y colmatación de las Lagunas del Barbate”. Pero sería en la década de los sesenta, durante la Dictadura, cuando se procede a su desecación total justificándose por razones sanitarias y agrícolas, siendo esto uno de los mayores desastres ecológicos de nuestro país. Para asegurar este desecamiento, se comenzaron a instalar canales de desagüe y presas en los ríos Almodóvar, Celemín y Barbate. Poco a poco numerosas especies vieron alterado su hábitat, desapareciendo con el paso de los años o siendo hoy día muy escasas. Este es el triste caso de la avutarda, cuya población comenzó a disminuir rápidamente desde la destrucción de su hábitat, extinguiéndose en la provincia de Cádiz en el año 2006, con la muerte del último ejemplar. Otra de las especies afectadas es la grulla, reproduciéndose la última pareja en 1954.
Pero no solamente ha sido la desecación la única trágica acción que el hombre ha cometido en este humedal. El número de infraestructuras que se han instalado en los últimos años como los tendidos eléctricos o los cada vez más numerosos parques eólicos están convirtiendo aquel maravilloso e importante paraíso para la avifauna en una casi segura trampa mortal para numerosas aves protegidas y amenazadas que desconocen el destino que les espera en el que fue su territorio.
Todos estos motivos han provocado que el estado actual de La Janda se haya visto tan tristemente alterado. Solamente aquellos años en los que la meteorología nos ofrece intensas precipitaciones, se crea una lámina de agua que coincide en gran parte con los límites de lo que fue aquel humedal. Este hecho favorece que muchas especies de aves retornen a este lugar en busca de refugio y alimento. Recientemente, las pasadas lluvias de diciembre favorecieron que la naturaleza pudiese mostrar su lado más persistente y así darnos la oportunidad de apreciar una parte de lo que pudo ser este grandioso humedal. Su esencia parece querer ser inmune al paso del tiempo, lo que nos demuestra la posibilidad de llevar a cabo su regeneración.
Resulta inexplicable para aquellos que amamos y protegemos nuestro patrimonio natural que a pesar de estar reconocida como espacio prioritario a proteger por parte de las autoridades internacionales y estar declarada Área Importante para las Aves (IBA’s), no se ha incluido aún en la Red de Espacios Protegidos de Andalucía, ni ha sido declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Son muchos los ornitólogos y otros profesionales del sector medioambiental los que sienten la pérdida ecológica que ha supuesto este suceso. Según Pablo Barrena, presidente de la Asociación Ornitológica ARDEA, “la desecación de la laguna de La Janda es uno de los más claros ejemplos de cómo el ser humano es capaz de degradar el medio ambiente hasta límites insospechados. Desde un punto de vista puramente ornitológico, obviamente representó un duro golpe a comunidades de especies, por entonces reproductoras en la zona, tan importantes como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), la focha moruna (Fulica cristata) o la grulla (Grus grus), por citar algunos ejemplos. Si bien este humedal conserva aún hoy en día un gran valor ornitológico, ya que sigue albergando una gran cantidad de especies tanto en la estación húmeda como en la seca –sobre todo en paso migratorio-, éste no es más que un vestigio de lo que un día fue y de lo que podría volver a ser, pues en inviernos tan duros como éste, la laguna se vuelve a inundar y podemos contemplar cómo la naturaleza se encarga de hacernos ver que la genética de ese lugar es la de un humedal, aunque nos empeñemos en lo contrario.”
En los últimos años se han llevado a cabo programas de reintroducción de especies que se vieron fuertemente afectadas por la destrucción de este hábitat, como el caso del águila imperial ibérica, una especie exclusiva de la Península Ibérica y que se reproducía antaño en La Janda. Por otra parte, existe un proyecto de restauración de ecosistemas perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente “Regeneración de los Humedales de la Janda” con el que se pretende mejorar el estado actual de éstos. Además de los citados proyectos, existe en la comarca la “Asociación de amigos de la laguna de La Janda” constituida para promover la generación de la laguna.
A pesar de todo, La Janda sigue siendo un lugar sumamente interesante para el turismo ornitológico, tanto para los más expertos como para los menos, gracias al elevado número de ejemplares que se pueden llegar a observar en un solo día. Merece la pena visitar este espacio natural y disfrutar del paisaje y la cantidad de vida que se palpa en él.

TExto de BEGOÑA MARTINEZ ESCUDIER En TODOTARIFA

2016 Todo Tarifa




















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